Escucho pasos y ese ruido que no puedo soportar. Miro su rostro familiar. Lo miro y sus ojos aterrados y llenos de incertidumbre me hacen recordar lo que ocurrió con Virginia aquella tarde. Virginia la amada, Virginia la distante, Virginia la ausente.
- Sé muy bien lo que venís a buscar…
Luego el silencio…
No estoy solo, no. En la oscuridad y en el silencio, ella esta acá, a mi lado, conmigo. Que irónica es la vida al saber que él, mi amigo de toda la vida, mi compañero de trabajo, será el encargado de escribir esta historia.
No quiero, la niego una y mil veces. No puede estar pasando esto. Pero el tiempo es inexorable. Detrás del tiempo estoy. Del otro lado, lugar de sombras, de frío, de anhelos, de remordimientos, de rencores.
- Pero ya estás acá, y me quedan dudas de saber porqué es, por qué no estás siendo sincero conmigo, ¡te insisto en que me lo digas carajo!
Luego el silencio…
- Aquella tarde salimos de la casa. Virginia tenía una noticia para darme, todo iba bien, mi ilusión era volver con ella, sentía que eso era lo que tenía que decirme. Solo eso debía decirme.
- La amaba con locura, vos sabés que la amaba y la amo con locura, era capaz de hacer todo por ella, pero esas palabras que salieron de su dulce boca cruel…
Mi corazón se aceleró, la desesperación se apoderó de mi cuerpo, me ahogaba, no podía quedarme con este dolor, no podía entender lo que me estaba diciendo, sentí miedo, no quería seguir escuchándola, pero siguió y me lo dijo, finalmente esa puta me lo dijo. Que ya no me amaba, que estaba enamorada de otra persona. Me desesperé.
Por momentos la quise detener, sollozando le pedí un minuto, un segundo, que fuera mía por última vez, pero se fue y el pánico se apoderó de mi. La odié y la maldije incansablemente, no podía creer que ella, el amor de mi vida, me dejara solo…
¿Cómo seguir sin ella?
- ¡Esa hija de puta no me merecía, no es justo que este hoy acá…! Tendría que estar ahí, de tu lado, ese era mi trabajo, pero… ¿Qué es lo que buscás? ¿Te vas a bancar escuchar lo que sigue? ¿Querés saber?
Estoy convencido que se lo merecía pero no puedo vivir sin ella, era todo lo que tenía…
- ¿Acaso entiendas que se pueda seguir sin ella?
- Esa hija de puta me encajó una cachetada. Salió del auto sin mirar atrás. Ese momento pudo más que mi razón: pensé que si no era mía no sería de nadie, que era preferible la muerte al desamor, qué otra cosa podría haber hecho para que siguiera siendo mía, para siempre, por toda la eternidad.
- Sé que sabés que no pensé.
Virginia la amada, Virginia la distante, Virginia la ausente.
El hedor de la carne quemada. El fuego y la carne. El fuego funde la carne. El fuego purifica. La traición, la mentira y la hipocresía hieden. Hieden como carne quemada.
Pasos otra vez. Y el ruido de rejas que debo soportar. Y saber que nunca hubo nada por contar.
-Sabés que sé qué vas a contar. Que sé que mi historia ya no es mi historia. Que nunca lo fue. Que hiede, como la carne que consume el fuego, a pasiones y lujurias robadas. Que no está en mis palabras. Que ya la has leído en los distantes y ausentes ojos de mi Virginia, de tu Virginia. Sí, sí, tu Virginia.
Decidí contar la historia desde el punto de vista del asesino y utilizar el narrador protagonista. De la noticia solamente tomé el homicidio de la mujer incinerada por el periodista y sólo su nombre: Virginia.
Donde el tiempo de la narración es ulterior, es decir, el narrador cuenta algo que ya ocurrió, él narra desde su desamor, su miedo a la soledad y la idea de su propiedad eterna: Virginia.
Pero para lograr esa eternidad debe purificar los pecados de la carne.
Ceci